Leer es algo maravilloso....no sé si os habréis dado cuenta.
Cuando uno está devorando una novela tras otra, de diferentes temas, estilos y escritores, se da cuenta de que aprende muchísimas cosas.
La lectura te hace meditar, reflexionar, te da un tiempo preciado para que alcances a entender el verdadero significado de una frase escrita, que quizá hablada (con tonos e intenciones diversas) no tenga semejante entidad, suficiente calado.
Cada vez que acabo un libro, hay diversas cuestiones sobre mi vida en las que me ha hecho reflexionar: los valores de la amistad, de la honestidad, los riesgos de confiar en extraños, la flaqueza de fuerzas del ser humano ante la adversidad, lo acomodados que estamos a un estilo de vida sin el que no somos nada...
He estado años y años sin leer literatura. Llámale prisas, llámale no encontrar el lugar idóneo en una casa de locos, llámale lo que sea...pero el caso es que leí mucho en mi infancia, escribí en mi adolescencia, y luego ni lectura ni escritura.
Ahora he recuperado la primera y pugna por salir la segunda.
La lectura ayuda a mi estado, ya de por si meditativo y reflexivo ante la vida y las personas y sobretodo ante mis propias acciones (soy muy exigente conmigo mismo). Me convence de que he sido convenientemente firme en algunas cosas y de que me he pasado en otras. Me pone en duda ciertas decisiones y criterios mientras que me reafirma otras.
Sería bueno que todo el mundo tomase el hábito de leer y que con ello meditase un poquito más sobre su forma de entender y canalizar la vida, sobre el daño o el bien que le pueden estar haciendo a los demás, sobre el orden y la preferencia de las piezas de su vida.
Vivo una etapa de reflexiones acentuadas, de decepciones severas y de cambios que se avecinan. Mi corazón es el gran termómetro de mi organismo y el que, según le hagan sentir un calor maravilloso o un frío polar, capacita al cerebro para tomar sus decisiones, ya bien calibradas.
Dice la definición de los Piscis que somos muy espirituales, y marca dos grandes extremos: podemos ser tan buenos que rozamos la gilipollez, o, si nos tocan donde no deben, más fríos que el puro acero o los témpanos de hielo.
Ciertamente es mejor, aconsejo, no provocar lo segundo. Es difícil ver a un Piscis realmente enfadado, hay que hacerle varias putaditas, pero si llega a ese punto, ya no hay vuelta atrás...todo cambiará. Hay cosas que, simplemente, no se le deben hacer....y siendo el signo que más valora la amistad...no se le puede tratar como al conocido tonto de relleno.
Pero..¿quien determina y bajo qué óptica lo que está bien y lo que está mal? lo que para mi está bien, ¿está mal para ti?. ¿Como puedes hacer saber al otro que lo que ve normal en su caleidoscopio es una gran deformación de los colores?
No me queda otra que recomendar a todos que leáis libros...que recuperéis la lectura. Y si con ella, leyendo y leyendo, recuperáis la capacidad de todo ser humano (ojo, la tiene) de hacer examen de sí mismo, de sus acciones y de autoevaluarse, quizá mejoren las relaciones con los demás.
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