domingo, 15 de marzo de 2009

SEVILLA TIENE UN...........ESPECIAL

Sabéis que los sevillanos no son santo de mi devoción, pese a que hay quienes los defienden a capa y espada.
Como siempre digo, 'preséntame a un sevillano humilde y cambiaré de opinión'.
Todavía espero.

El caso es que la ciudad, Sevilla, no tiene la culpa de la panda de fantasmas que la habitan.
Desde pequeño iba un par de veces al año (vivía a hora y cuarto en bus) por motivos médicos. Alguna que otra vez iba por algún compromiso. Pero nunca por turismo.

La primera vez que la visité como turista fue cuando pasé mi primer fin de semana con Gil, aquel lisboeta que me hizo perder la cabeza. Fueron varios días en los que redescubrí la ciudad con ojos de enamorado, y me alucinó el alcázar.
Desde aquella vez, todas las veces que he pisado suelo sevillano ha sido de paso, para ir o venir de su aeropuerto, trámite necesario para alcanzar Huelva o Córdoba.

Hace cosa de un mes pensé en volver a mi tierra, pero esta vez quedándome en Sevilla en algún hostal. Estaba cansado de quedarme siempre en Huelva, y aparte quería volver a descubrir la ciudad como turista...teniendo en cuenta que sólo conocía el barrio de Santa Cruz y poco más. Quería buscar aquellos lugares donde me enamoré por primera vez, bien para recordarlo o bien para enterrarlo definitivamente.

La tarea no fue fácil: los hostales son carísimos en Sevilla. Finalmente di con uno que por 33 euros ofrecía habitación con baño compartido, en pleno centro, por supuesto (Manué cuando viaja siempre se aloja en el cogollo de todo).
Y así la semana pasada estuve 5 días en Sevilla, de domingo a jueves.
Me sorprendió el calor que hacía tras un invierno tan duro en Barcelona.
Iba preparado y estuve en manga corta todo el tiempo.

Mis amigos estaban avisados, y el mismo domingo vinieron a verme desde Huelva mis amigas Lola y Susana, con las que pasé el día e invité a comer en un restaurante al que había ido con Gil y al que quería volver....instalado en unos baños árabes.
Comimos a cuerpo de rey, los postres eran inmensos...y entre la opípara comida y el lambrusco tinto quedamos listos para un camazo.
Aparte subimos a la Giralda y paseamos mucho.

El martes vino mi amigo Jesús y se quedó incluso a dormir en el mismo hostal, pasamos dos días juntos, paseando, viendo iglesias, y por supuesto hablando y riendo...¡hacía tanto que no nos veíamos!.

Los días en Sevilla fueron cálidos en todos los aspectos.
Tenía un plano del casco histórico que me habían dado en turismo, donde aparecían 75 edificios de interés. El Manué viajero siempre que puede se recorre todo el casco histórico de una ciudad, calle por calle, recodo por recodo, para hacer sus propios descubrimientos y satisfacer su ansia de historia viva. En Sevilla también lo hice. Y encontré una treintena de iglesias, conventos y palacios que no venían reflejados en el mapa de turismo.
Los anoté sobre él e hice mis comentarios y mis fotos.
Durante los cinco días no paré de caminar de sol a sol, de pasear y disfrutar, y ya puedo decir que conozco el casco histórico de Sevilla como la palma de mi mano, y mira que es grande, de los más grandes de Europa junto con el de Valencia.
Me gustó mucho, aunque sigo reconociendo que el de Córdoba me parece mas auténtico y menos 'aparente'.
La nota negativa, aparte de que en una hora te pueden pedir dinero una docena de personas, es comprobar que en todo el casco histórico de Sevilla el acerado sigue siendo el mismo que hace 20 o 30 años....losas del año catapum, rotas, sueltas, con socavones... en cuanto te sales de la parte 'turística' (Giralda-Santa Cruz-Plaza Nueva, perfectamente cuidados) te encuentras una ciudad llena de suelos abombados, charcos, aceras de un palmo de ancho en las que es imposible caminar, piedras sueltas...un desastre.
Me parece increíble que un ayuntamiento con tanto dinero no tenga perfectamente enlosado todo el casco histórico. Décadas ha tenido. En ese sentido, debería darles vergüenza la comparación con Huelva o Córdoba, cuyos cascos históricos están impecablemente urbanizados y peatonalizados...rara es la calle que no haya sido reformada en los últimos 15 años. En Sevilla más vale mirar hacia arriba, porque el suelo es de pena.

Finalmente la intención del viaje (desconectar del estrés laboral) se cumplió y volví enormemente relajado y con mucho más color.
Ahora me voy de excursión con 'mis niños' de Ibn Batuta, me los llevo a Collserola a hacer senderismo...hace un día espectacular y la vida está hecha para aprovecharla, no para malgastarla.
Un beso a todos
(acabo de descargar las fotos de la cámara, os pongo una sola de Sevilla para que veáis qué belleza)

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