Conocerme bien lleva su tiempo, mucho pero que mucho tiempo.
Cuando no se me conoce bien, se puede caer en el error de juzgarme de una u otra forma sin pensar en si estamos en lo cierto.
Cuando no me conocen bien o simplemente no congeniamos, pueden tacharme de distante, frío y hasta 'cortante' (palabra favorita de mi amiga Rosa para definirme en situaciones adversas).
Sin embargo, si se sabe llegar hasta mi corazón, se obtiene un cariño inmenso, dulce y totalmente desinteresado.
Es lo que me ocurre con las escasas personas a las que puedo considerar amig@s.
Si pienso en ell@s lo hago siempre con cariño y respeto, y si tengo que decirles algo que no les va a gustar, lo hago madurando y modulando mucho la forma para adaptarla a su mentalidad y no causarles ningún daño.
Por sinceridad, por valentía o por autenticidad, me he ganado el cariño de mis amigos, y por sencillez, raciocinio y saber disfrutar de la vida sin ahogarse en los problemas, ellos se han ganado el mío.
Cuando Manué se encuentra con alguien a quien aprecia de verdad, no puede evitar sonreir de oreja a oreja, dar un abrazo efusivo, unos besos (normalmente en el cuello si es hombre y en la cara si es mujer...me salen así), y abrir su corazón de par en par.
Mi alegría es franca, sincera, noble, porque jamás he sido hipócrita ni podría manifestar alegría o simpatía por alguien por quien no la siento.
Para mi la amistad es lo más importante en la vida junto con la salud. Y no es que mis aventuras en la amistad hayan sido un camino de rosas, sino mas bien de soledades y espinas, de palos y decepciones, pero son las caras grises de la vida las que fuerzan el aprendizaje y ayudan a encontrar el verdadero arcoiris.
Cerrar la puerta por un pasado de malas experiencias no es sino demostrar que no se ha aprendido nada en la vida.
Manué sabe diferenciar muy bien entre amigos y conocidos...y no duda en situar en uno u otro grupo a las personas por su calidad humana. Y no le preguntes nunca en cual te encuentras en su corazón, porque no te lo dirá. Tan diplomático es, que si fuera necesario te enredaría con explicaciones vanas con tal de no darte la respuesta esperada.
Pero si te considera digno de su cariño, lo recibirás de forma sincera sin esperar nada a cambio.
Es la fuerza del cariño, la de su cariño...quizá el mismo que durante la infancia y la adolescencia le fue negado.
Quizá ofrece los abrazos y los besos que durante años nunca recibió.
Quizá una muestra más de que hasta de las peores experiencias ha sabido elegir la vía de la lección aprendida, y no la de repetir el patrón.
En fin...hoy me apetecía hablar del cariño...
porque he abrazado y besado con dulzura a un compañero de trabajo que me parece noble y especial, y que siente mi afecto...
porque soy el único en mi trabajo del que todos se despiden con ternura y con besos...
y porque al mismo tiempo, quizá, sigo necesitando tanto el cariño como cuando vivía en un hogar gris y carente de afecto, yermo.
Y hoy como ayer...cuanto más lo necesito, más me desprendo yo del mío sin pensar en recibir.
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