martes, 23 de septiembre de 2008

LA CONCENTRACIÓN INNECESARIA DEL ARTE

Los museos son un lugar imprescindible para la conservación de muchas obras de arte (no todas) que de otro modo serían expoliadas.
Muchos de ellos se enriquecen con adquisiciones que hace el Estado en subastas públicas o procedentes de decomisos. Incluso el Estado malo malísimo le regala obras de arte a los museos catalanes y vascos.
Pero cuando el objeto regalado pertenece claramente a un lugar al que debería volver, no entiendo que sea enviado a un museo para abultar su colección.

Es lo que ocurre con un mural de pinturas románicas del siglo XIII pertenecientes a la capilla de Santa Caterina de la catedral de La Seu d'Urgell. Tras ser recuperado y restaurados sus frescos, en vez de enviarlo de vuelta a su templo para que la admiren todos, el Ministerio de Cultura se lo regala al MNAC (Museo Nacional de Arte de Cataluña) para incrementar su colección de expolios de pintura románica.

Es lo mismo que fue sucediendo con las valiosísimas pinturas del románico pirenaico catalán, que bajo la excusa de que se degradaban en sus templos originales, las fueron arrancando literalmente y enviándolas a este museo en vez de restaurarlas en las capillas para las que fueron concebidas.
Cuando el arte se convierte en expolio, estoy totalmente en desacuerdo.

Recientemente visité un museo, no recuerdo cual, y de repente en una de sus salas cúbicas y blancas me encontré empotrada en la pared una capilla medieval llena de frescos. Una aberración. Tanto por haberla arrancado de cuajo de su emplazamiento original, como por empotrarla en una construcción moderna.
Si algún día hay que desmontarla, ¿que harán, desincrustarla a martillazos?

Un museo que me gustó mucho por su sorprendente y extenso contenido fue el Frederic Marès, aquí en Barcelona. Mientras lo veía me quedaba extasiado por un lado e indignado por otro. Se trataba del inmenso legado de un coleccionista de arte. Los coleccionistas de arte compran e intercambian...pero todo coleccionista de arte guarda también un afán expoliador.
El museo estaba repleto, pero cuando digo repleto es REPLETO de esculturas religiosas románicas y góticas de toda Castilla y León, principalmente de pueblecitos y aldeas cuyos nombres no había oido nunca...con lo ducho que soy en geografía.
No puedo imaginarme que un buen día los parroquianos vendieran a su adorada virgencita o al cristo de su devoción a un coleccionista catalán. No. Me niego.

Como ya dije en otro blog, los arqueólogos y grandes coleccionistas catalanes tienen un afán expoliador sin límites. Se embarcan en aventuras arqueológicas fuera de nuestras fronteras, obteniendo los permisos convenientes de cada país (muchos de ellos sin recursos para pagarse arqueólogos). Una vez allí, se traen más de la mitad de lo que encuentran para los museos catalanes o sus residencias privadas. Sólo de huevos de dinosaurio y fósiles de éstos está Cataluña llena...y no precisamente de yacimientos catalanes.

En fin...que me encanta el arte y los museos...pero si eso significa privar de él a los sitios para los que fue concebido, me niego.

(en la imagen, pinturas del ábside románico de Sant Climent de Taull, empotradas en el MNAC)

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