viernes, 26 de septiembre de 2008

LA QUÍMICA DEL AMOR

Qué cosa más extraña el amor. Y difícil de definir.
Porque el amor es diferente en la medida que cada uno lo vive.
Para unos, es pura atracción física (luego vendrán las consecuencias, cuando se den cuenta de que el cuerpo al que se amarraron resulta ser bastante parco en personalidad).
Para otros, es atracción interior (con el peligro posterior de tener un desliz con alguien que les alegre la vista).
Pero sobretodo para cada uno es una cosa personal y caprichosa.

Mucha gente que se queda con las primeras opciones que ha tenido, no se da cuenta de que aún no ha conocido el verdadero amor. Conozco a muchas personas que no están enamoradas de su pareja...sino que conviven con ellos o les sobrellevan por puro conformismo o por la comodidad de no quedarse solos.
Ahhhh...la soledad.
Mucha gente le teme a la soledad.
Muchísimas parejas no son más que uno o dos fóbicos a la soledad.
La gente se soporta, se maneja, se acuesta y se despierta con una persona porque creen que la vida no les deparará nada mejor...porque no son capaces de cambiar su destino o de aventurarse en caminos sorprendentes de riesgo controlado.
La comodidad, el conformismo, la conveniencia o el miedo a la soledad es el nexo de unión de millones de parejas.

Yo fui uno de esos que tuvo pareja por conformidad...o mejor dicho por una extraña y todavía inexplicable razón. Quizá por aburrimiento, por la novedad, yo que sé.
El caso es que aquella pareja me duró cuatro años y medio. Cuatro larguísimos y sufridos años.
Fue una etapa en la que me encontraba atacado por todos los frentes y quizá era el refugio que necesitaba, aunque luego también se convirtiera en sangriento campo de batalla.
Tuve más relaciones, cortas, efímeras, y en todas fui yo quien siempre abandonaba el barco porque no me gustaba el rumbo. A pesar de que para algunas de mis parejas yo había sido el hombre de su vida, yo solo sentí el amor una vez. El resto, en general, fueron experiencias donde el capricho de los demás las tornaba tormentosas.

Resulta increíble la cantidad de lecturas positivas que puedo sacar de momentos terribles de mi vida. Es absolutamente sorprendente la capacidad de reinventarme que he tenido siempre, fiel a mis principios, para no volver a cometer los mismos errores. He sido tan buen observador a lo largo de mi vida que soy capaz de arreglar los problemas cuando aún no lo son, de encontrar soluciones prácticas, rápidas y sencillas a aquellas cosas por las que se ahogan los seres humanos, y por tanto a equilibrar e hilvanar con acierto una relación de pareja.
O al menos a escanear sus defectos y poner las soluciones encima de la mesa.

Pero el amor resulta tán esquivo y difícil, que mientras lo encontramos tenemos que adaptarnos a los sucedáneos que nos salen al camino.
En nuestra mano está aceptarlos y conformarnos, unirnos a alguien indefinidamente sin sentir el pellizco del amor, o seguir creyendo que el presente y el futuro nos reserva algo mejor.
Y en ese futuro a corto plazo quien sabe si tu serás mío, y yo seré ese hombre especial, intenso y rebelde que buscas.



(Una de las canciones que más enciende mis sentimientos. Hermosa y única)

1 comentario:

Raúl dijo...

Curioso Manué...
En el punto que dices que siempre eras tú quien abandonaba el barco, mira lo que tengo marcado en un libro de S. Covey:
"El tipo de reacción que lleva a romper las cadenas, liberarse, autoafirmarse y vivir la propia vida, revela a menudo dependencias más fundamentales de las que no se puede escapar porque no son externas sino internas:
Dependencias como la de permitir que los defectos de otras personas arruinen nuestra vida emocional, o como sentirse víctima de personas y hechos que están fuera de nuestro control".

A mi me pasaba...Creo que muchas veces lo que quería era huir de la realidad, de el esforzarme, de el "aguantar", de el seguir siendo yo y no cambiar...